jueves, 1 de abril de 2010

Comunicar con una mirada y un sonido

Hay sesiones y sesiones.

Con P. uno de los chicos con TEA con los que estoy trabajando, tuvimos una sesión de media hora sumamente interesante. Conseguimos (y lo digo en plural, pues en esa sala intervenimos tres: P., la música y yo) que pudiera sostener la atención y concentración en una sola actividad (canción de bienvenida) durante más de 2 minutos. Respondía a la música, tocaba la guitarra, completaba palabras cantándolas y se emocionaba con “su” tambor. Una improvisación libre le siguió, y después estuvo experimentando con instrumentos… a cinco minutos de acabar, comenzó una pequeña rabieta y cerramos la sesión de manera exitosa (con nueva atención y concentración compartida).

Leído así, puede parecer mínimo. Pero teniendo en cuenta que es nuestro tercer encuentro, y que los dos anteriores fueron bastante conflictivos… salí con una sensación maravillosa. Con un pequeño Assesment realizado y con trabajo por delante para planificar objetivos, metodología, etc…


Otra de las intervenciones, con A. que también padece un TEA, fueron -como en sesiones pasadas- realmente asombrosas. Dialogamos a través del Xilófono y unas claves. Una se emociona al ver cómo toma la iniciativa en la actividad y comienza él a dialogar con sonidos, rítmos… cómo si le contestas imitando lo que él ha reproducido, te mira, sonríe. Y seguimos hablando. Crea, innova, busca sonoridades diferentes con las mismas herramientas de comunicación que estamos utilizando. Respeta los tiempos de “conversación”: primero él, luego espera mi contestación, luego interviene, espera, interviene, escucha…


La Musicoterapia aplicada en niños con Trastorno de Espectro Autista obtiene muy buenos resultados, sí. Ya he leído investigaciones recientes y podido ver en persona intervenciones directas. Pero el hecho de trabajar dentro de este proceso, con unas herramientas musicales que le ofrecen y permiten a la persona afectada por TEA expresarse de un modo sencillo como lo es la música y, sobremanera introduciéndose el musicoterapeuta en su esfera y no forzar lo contrario, promueve una libertad de movimientos, una liberación de pulsiones reprimidas, que se observan, palpan y viven dentro de las sesiones.




(Fotografía extraída de un artículo )



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